Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1884-1885 (Cortes de 1884 a 1886)
Sesión: 14 de febrero de 1885
Cámara: Congreso de los diputados
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Ministro de Fomento
Número y páginas del Diario de Sesiones: 90, 2306-2307
Tema: Interpelación sobre los sucesos universitarios

 

Si se trata de mí, Sres. Diputados, no os molestaría más; pero no puedo dejar pasar inadvertida cierta táctica de ataque del Sr. Ministro de la Gobernación atribuyéndome la intención de echar sobre el general Martínez Campos, Ministro de la Guerra del Gobierno que yo tuve la honra de presidir, la responsabilidad de los sucesos de Badajoz. (El Sr. Ministro de la Gobernación: Ahí están sus palabras). No están ahí esas palabras, y las palabras mías que están ahí demuestran precisamente todo lo contrario, aunque se empeñe S.S. en otra cosa, no respetando los fueros de la verdad.

Mi argumento era el siguiente, y se lo voy a decir muy claro a S.S., no puede haber, decía yo, responsabilidad para aquel Gobierno por aquellos sucesos; y me fundaba para afirmarlo, en que no podía haberla por las razones que antes daba y que no quiero ahora repetir. Y añadía después: y tan cierto es que vosotros mismos creéis que aquel Gobierno no tiene responsabilidad alguna, que uno de sus Ministros, el que lo [2306] era de la Guerra, le tenéis de general en jefe del ejército del Norte. Es decir, tan cierto es que no había responsabilidad para aquel Gobierno, que a pesar de vuestra injusticia y de vuestro apasionamiento para con nosotros y con aquel Gobierno, todavía sin quererlo lo reconocéis, aprovechando los servicios del Ministro de la Guerra de aquel Gabinete.

Pero ahora el Sr. Ministro de la Gobernación nos ha dicho que aquel Gobierno tenía noticia de la conspiración, y eso mismo ha afirmado el Sr. Ministro de la Guerra, y es verdad: aquel Gobierno sabía que se trabajaba, y andaba buscando el hilo de la conspiración; pero también a aquel Gobierno le dijeron que se conspiraba en el ejército del Norte, lo mismo, que en el ejército de Badajoz, exactamente lo mismo y el Gobierno en el ejército del Norte y en el ejército de Badajoz hizo lo único que podía hacer, que fue, prevenir al general en jefe del primero y los capitanes generales de las provincias, ordenándoles visitas de inspección y el mayor cuidado, para que nos respondieran de las fuerzas que tenían bajo su mando; y en efecto, poco tiempo antes de la sublevación, dos días antes no más, el general del ejército del Norte, Sr. Quesada, nos respondía de las suyas, que desgraciadamente se sublevaron.

Pero es más: para que vea S.S. como no hay responsabilidad para el Ministro de la Guerra ni para aquel Gobierno porque nos sorprendieran los sucesos de Badajoz, debo añadir que no sólo supo el Gobierno que se trabajaba allí, sino que el mismo jefe del ejército del Norte sabía, no que se trabajaba, sino que se había trabajado, lo cual no impidió que al ocurrir los sucesos de Badajoz y de Santo Domingo de la Calzada estuviera tranquilamente en un establecimiento de baños mientras se sublevaba aquella fuerza de su mando.

¿Hay responsabilidad para el Ministro de la Guerra? ¡Qué grande no sería la responsabilidad para el general en jefe del ejército del Norte, que se cuidaba de saber que se conspiraba en Badajoz y no se cuidaba de las fuerzas que le estaban confiadas! Pero a nosotros no se nos ha ocurrido exigírsela, porque no la había, como no la hubo para el Ministro de la Guerra cuando tuvo lugar la sublevación de Vicálvaro, como no tengo noticia de que se exigiera responsabilidad al Ministro de la Guerra del Ministerio que formaba parte el Sr. Cánovas, quien las dos veces que fue Gobierno antes de ser Presidente del Consejo de Ministros, tuvo la desgracia de que se le sublevase el ejército. (El Sr. Presidente del Consejo de Ministros: ¿Cuándo?) Flaco anda S.S. de memoria, tal vez peor que de salud: el 2 de enero y el 22 de junio de 1866. ¿Lo recuerda ahora? Y cuidado, señores, que entonces debía saber el Gobierno que se conspiraba, porque lo sabía todo el mundo.

Por consiguiente, no traigamos aquí esas cuestiones, porque si además de ser muy delicadas, obedecen, como yo creo, a un vicio, a una enfermedad de la que no es responsable nadie, puesto que es debida a nuestras desdichas, a nuestras desgracias, a nuestras guerras civiles, a un mal profundo que en ocasiones resiste y siempre es ajeno a todo Gobierno y a todo Ministerio, y del que todos tenemos que ser víctimas, ¿con qué derecho se pretende hacernos a nosotros responsables en absoluto?

Conste, pues, que no hay responsabilidad ninguna para el general Martínez Campos, y conste que no la hay por confesión de ese mismo Ministerio; pero conste también que si la hubiera, yo la compartiría con él, yo la aceptaría toda entera. Como no la hay, no tengo que compartir nada ni pedirla sólo para mí; pero lo que sí tengo que decir ahora es, que no me parece muy prudente que el Gobierno, tomando pretexto de palabras que no se han dicho y que rechazo con energía, venga a hacer cargos y a echar responsabilidades (que después no tendrá valor para sostener) por el ejercicio del Ministerio de la Guerra, a un insigne general, ausente hoy, que está mandando el ejército del Norte. [2307]

(Toma la palabra el Ministro de la Gobernación.)



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